JÚPITER

Inclinación                       1,30530°
Excentricidad                             0,04839266
Período orbital sideral                               11a 315d 1,1h 
Período orbital sinódico                                  398,9 días
Velocidad orbital media                                 13,0697 km/s
Radio orbital medio                                 778.412.026 km
Satélites                                       63 conocidos 
Masa                                          1,899×1027 kg
Densidad                                1,33 g/cm3
Área de superficie                                  6,41×1010 km2
Diámetro                                  142.984 km
Gravedad                                    23,12 m/s2
Velocidad de escape                           59,54 km/s
Periodo de rotación                                9h 55,5m
Inclinación axial                               3,12°
Albedo                                         0,52

Características generales
Júpiter es el planeta con mayor masa del Sistema Solar: equivale a unas 2,48 veces la suma de las masas de todos los demás planetas juntos. A pesar de ello, no es el planeta más masivo que se conoce: más de un centenar de planetas extrasolares han sido descubiertos con masas similares o superiores a la de Júpiter. Júpiter también posee la velocidad de rotación más rápida de los planetas del Sistema Solar: sobre su eje gira en poco menos de 10 horas. Esta velocidad de rotación se deduce a partir de las medidas del campo magnético del planeta. La atmósfera se encuentra dividida en regiones con fuertes vientos zonales con periodos de rotación que van desde las 9h 50m 30s, en la zona ecuatorial, a las 9h 55m 40s en el resto del planeta.
El planeta es conocido por una enorme formación meteorológica, la Gran Mancha Roja, fácilmente vislumbrable por astrónomos aficionados dado su gran tamaño, superior al de la Tierra. Su atmósfera está permanentemente cubierta de nubes que permiten trazar la dinámica atmosférica y muestran un alto grado de turbulencia.
Tomando como referencia la distancia al Sol, Júpiter es el quinto planeta del Sistema Solar. Su órbita se sitúa aproximadamente a 5 UA, unos 750 millones de km del Sol.


Los principales satélites de Júpiter fueron descubiertos por Galileo Galilei el 7 de enero de 1610, razón por la que se los llama en ocasiones satélites galileanos. Reciben sus nombres de la mitología griega si bien en tiempos de Galileo se los denominaba por números romanos dependiendo de su orden de cercanía al planeta. Originalmente, Galileo bautizó a los satélites como "Mediceos", en honor a Cosme de Médicis, duque de Florencia. El descubrimiento de estos satélites constituyó un punto de inflexión en la ya larga disputa entre los que sostenían la idea de un sistema geocéntrico, es decir, con la Tierra en el centro del universo, y la copernicana (o sistema heliocéntrico, es decir, con el Sol en el centro del Universo), en la cual era mucho más fácil explicar el movimiento y la propia existencia de los satélites naturales de Júpiter.
Los cuatro satélites principales son muy distintos entre sí. Ío, el más interior, es un mundo volcánico con una superficie en constante renovación y calentado por efectos de marea provocados por Júpiter y Europa. Europa, el siguiente satélite, es un mundo helado bajo el cual se especula la presencia de océanos líquidos de agua e incluso la presencia de vida. Ganímedes, con un diámetro de 5268 km, es el satélite más grande de todo el sistema solar. Está compuesto por un núcleo de hierro cubierto por un manto rocoso y de hielo. Calisto se caracteriza por ser el cuerpo que presenta mayor cantidad de cráteres producidos por impactos en todo el sistema solar.

El período de revolución de Júpiter en torno al Sol es de 11.86 años. La aproximación de este ciclo a los doce años significa que Júpiter recorre un sigo del zodíaco cada año, al igual que el Sol cada mes. Esta correspondencia de movimientos llevó a los primeros astrólogos chinos a llamar a Júpiter Estrella del Año. En China se cría que el planeta generaba el poder de cada grupo de estrellas que recorría, y, al igual que en la astrología europea, se lo consideraba un hacedor divino de leyes, en sintonía con la administración humana de la autoridad del mundo terrenal. En la imaginería china tradicional, Júpiter aparece como noble oficial o magistrado, es decir, como el representante local de la autoridad imperial en cada una de las ciudades chinas. El ciclo de doce años estaba estrechamente relacionado con las doce ramas del sistema sexagesimal (desarrollado a partir del número base 60) del antiguo calendario chino, y en fecha tan temprana como el siglo IV a.C. encontramos las siguientes observaciones sobre este ritmo clave en el texto Chi Ni Tzu: Con sabia decisión y sabio juicio, con ayuda del tao, se pueden usar los excedentes para remediar escaseces … habrán de construirse carros durante las riadas, habrán de prepararse botes durante las sequias. Las cosechas abundantes llegan cada seis años y las hambrunas cada doce. Así, el sabio, prediciendo las recurrencias de las naturaleza, se prepara para la adversidad futura.

      En la mitología mesopotámica, Júpiter era el planeta de Marduk, el dios patrono de Babilonia. Marduk parece haber comenzado su vida como una deidad agrícola, a la que se asociaba con el poder fertilizante del agua. Esta idea puede rastrearse hasta el mundo romano, donde se honraba a Júpiter como Júpiter Pluvius, el que traía la lluvia, que se encuentra entre las mayores bendiciones que un dios del cielo puede otorgar a la humanidad.