TIERRA

Elementos orbitales
Inclinación                           1,57869°[1]
Semieje mayor                      149.597.887,5 km
Menor:            149.576.999,826 km
Excentricidad                                   0,01671
Periastro o Perihelio                               147,098,290 km

Apoastro o Afelio                              152,098,232 km
Período orbital sideral                                365,2564 días
Velocidad orbital media                                      29,78 km/s
Radio orbital medio                                        0,999855 ua
  Satélites                                   1

La Tierra es el tercer planeta desde el Sol, el quinto más grande de todos los planetas del Sistema Solar y el más denso de todos, respecto a su tamaño. Se desplaza en una trayectoria apenas elíptica alrededor del Sol a una distancia de unos 150 millones de kilómetros. El volumen de la Tierra es más de un millón de veces menor que el del Sol, mientras la masa terrestre es 81 veces mayor que la de su satélite natural, la Luna. Es un planeta rocoso geológicamente activo que está compuesto principalmente de roca derretida en constante movimiento en su interior, cuya actividad genera a su vez un fuerte campo magnético. Sobre ese ardiente líquido flota roca solidificada o corteza terrestre, sobre la cual están los océanos y la tierra firme.
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Interpretaciones históricas
Históricamente se supusieron múltiples formas. Remontándonos únicamente a la civilización griega, digamos que se imaginaba la Tierra como un disco plano rodeado por el río Océano (Homero). Por otro lado, los Pitagóricos y Platón sostenían que era una esfera perfecta, por razones filosóficas. Es Aristóteles quien aporta evidencias de la forma esférica al observar que en los eclipses de Luna la sombra proyectada por nuestro planeta es circular. A partir de este momento, la cuestión que se plantea es la de su tamaño.
Eratóstenes hace la primera medición conocida de la circunferencia terrestre, muy aproximada a la realidad. Al mediodía del solsticio de verano mide la inclinación de los rayos solares en Alejandría —donde residía como director de su Biblioteca— utilizando un gnomon, determinándola en «una cincuentava parte del círculo», es decir, 7'2 grados. Simultáneamente en Siena (la actual Asuán), al sur de Alejandría, el Sol alcanzaba el cenit, lo que conocía por testimonios directos. Suponiendo que la Tierra era esférica, resultaba evidente que el ángulo de la sombra daba la distancia angular entre las dos ciudades, y conociendo la distancia lineal entre ellas —5.000 estadios— pudo calcular la circunferencia terrestre: unos 46.190 km (en este punto se dan numerosas discusiones, por la incertidumbre en la equivalencia del estadio en metros).
La Tierra tiene una espesa atmósfera compuesta en un 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno molecular y 1% de argón, más trazas de otros gases como anhídrido carbónico y vapor de agua. La atmósfera actúa como una manta que deja entrar la radiación solar pero atrapa parte de la radiación terrestre (efecto invernadero). Gracias a ella la temperatura media de La Tierra es de unos 17 °C. La composición atmosférica de la Tierra es inestable y se mantiene por la biosfera. Así, la gran cantidad de oxígeno libre se obtiene por la fotosíntesis de las plantas, que por la acción de la energía solar transforma CO2 en O2. El oxígeno libre en la atmósfera es una consecuencia de la presencia de vida (de vegetación) y no al revés.
Las capas de la atmósfera son: la troposfera, la estratosfera, la mesosfera, la termosfera, y la exosfera. Sus alturas varían con los cambios estacionales
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La Luna es un satélite relativamente grande comparado con la Tierra, siendo su diámetro un cuarto del terrestre.
La atracción gravitatoria entre la Tierra y la Luna causa las mareas en la Tierra. El mismo efecto en la Luna hace que el periodo de rotación alrededor de su eje sea igual que el periodo de giro en torno a la Tierra. Como resultado, la Luna siempre presenta la misma cara a la Tierra. En su movimiento alrededor de la Tierra, el Sol ilumina distintas partes de la Luna, presentando un ciclo completo de fases lunares.
Cuenta la mitología, que antes de la creación del mundo existía el Caos, el agua, la tierra y el aire, o sea, los elementos que conforman al mundo estaban revueltos. Poco a poco estos elementos se fueron separando y se formó la Tierra y el Cielo.
En esta época el mundo, estaba poblado por divinidades terribles: los titanes y los cíclopes. Los titanes eran gigantes, con una extraordinaria fuerza, y los cíclopes eran seres salvajes con un sólo ojo en medio de la frente.
Sobre el universo reinaba Cronos o el Tiempo, quien tomó por esposa a la reina Rhea, sobre su felicidad pesaba una amenaza, a Cronos le habían predicho que sería destronado por uno de sus hijos y que este sería el dios soberano del mundo, fue entonces que decidió comerse a sus propios hijos. Se apoderaba de ellos, apenas nacidos y se los comía sin piedad alguna.
Un día nació el pequeño Zeus, jamás Rhea había tenido un hijo tan bello, acongojada por el destino que le esperaba al pequeño decidió salvarlo. Cogió una pesada piedra y la envolvió entre paños y meciéndola como si fuera un niño se la entrego a su esposo Cronos. Era la hora de la cena y Cronos tenía mucha hambre, tomó el envoltorio de manos de Rhea y en la penumbra de la noche se tragó la piedra y los paños.
Rhea tomó a su hijo y huyó con él, protegida por las sombras de la noche. Llegó a la isla de Creta donde ya había pensado refugiarse, ya que sus habitantes sentían hacia ella una gran veneración.
Caminó hasta el centro de la isla y un espeso bosque se internó en una gruta profunda, sus paredes estaban cubiertas de fresca hiedra.
-- Querida hiedra—suplicó la diosa
-- Extiende tus ramas y oculta la entrada—la hiedra empezó a crecer hasta ocultar la entrada de la cueva.
Rhea llamó después a las ninfas del bosque y les confió a su hijo – cuiden de él – les recomendó, besó la cabeza del niño y se marchó.
Las ninfas le prepararon una cuna de oroy acostaron al niño, después llamaron a Amaltea, que era una cabra blanca, para que lo amamantara. Las abejas destilaron una dulce miel para el recién nacido, las palomas le llevaron en su pico la ambrosía, el alimento de los inmortales y un águila de alas inmensas, era la portadora del néctar, la bebida de los dioses.
Una de las ninfas, le fabricó al niño una pelota de oro, que al lanzarla al aire brillaba. Cuando Zeus lloraba o gritaba, llamaban a los sacerdotes, los "coribantes", que danzaban a la entrada de la cueva golpeando sus espadas contra sus grandes escudos de cobre, este ruido hacía que Cronos no oyera los gritos del niño.
Así Zeus creció sano y fuerte, llegando a la edad adulta. Se hizo pasar por un sirviente y le administró a su padre Cronos un poderoso medicamento mezclándoselo en el vino, esto hizo que Cronos vomitara y así fue como los hermanos de Zeus salieron de nuevo al mundo, al igual que la piedra: Poseidón, Hades, Vesta, Hera y Démeter.
Se unieron los tres hermanos: Zeus, Poseidón y Hades contra su padre Cronos y los titanes. Zeus también llamó en su ayuda a los cíclopes, quienes tenían una fragua en el centro de la tierra, donde trabajaban los metales, custodiados por tres enormes gigantes. Si le ayudaban a derrotar a los titanes, al finalizar la guerra, los recompensarían librándolos de su prisión subterránea.
Aceptaron los cíclopes y los gigantes, se armaron y salieron a la superficie de la tierra. Los dos ejércitos enemigos lucharon furiosamente, mezclándose entre una tempestad de piedras, lanzas, flechas y saetas, saliendo vencedores los cíclopes.
Terminadas estas grandes guerras los tres hermanos se repartieron las diferentes regiones del Cosmos, a Hades le correspondió reinar en las entrañas de la tierra, dios de los funerales y la muerte. A poseidón, le correspondió reinar sobre el mar y todas sus criaturas y a Zeus el dominio del cielo. Desterraron a los titanes y establecieron su morada en la cima del Monte Olimpo.
El Olimpo es la montaña más alta de Grecia y está situada entre Macedonia y Tesalia, coronada por nubes, donde existe la eterna primavera, el aire es siempre tibia y la luz brilla con toda su pureza.
El alimento de estos dioses era la ambrosía y la bebida era el néctar. Este alimento y bebida recreaban los sentidos, embalsamaban los aires, daban la juventud y la dicha y aseguraban la inmortalidad.
Desde su trono de marfil, Zeus gobernaba, cuando algún suceso lo contrariaba, el dios montaba en cóleray una gran cantidad de nubes invadia el cielo, ocultando la cima del Olimpo, lanzaba sobre la tierra descargas de lluvia, relámpagos y sonoros truenos.
Disminuida la ira del dios el viento se calmaba y aparecía la ninfa Iris, mensajera divina, colocando en la bóveda del cielo su banda de siete colores: el arcoiris, anunciando así el buen tiempo.
Zeus manifestaba de esta manera a los hombres, su podersupremo y sabían que debían temer la cólera y los castigos del dios. En el Olimpo, donde vivían los demás dioses, la vida era tranquila y plácida. Por las mañanas, la Aurora, abría las puertas del palacio y una hermosa luz se difundía por el cielo.
Los dioses se levantaban e iban a reunirse al salón del trono, encontraban una mesa ricamente preparada donde comían la ambrosía y bebían el néctar. Hebe, la diosa de la juventud, ofrecía la bebida a los dioses y todos los que la tocaban con sus labios no envejecían.
Zeus construyó aquí el palacio real, y formó el consejo de los dioses y desde entonces se llamaron dioses olímpicos que estaban conformados por seis hombres y seis mujeres: Zeus, es el rey, controla el trueno y los fenómenos atmosféricos; Poseidón, que tenía el dominio del mar y sus criaturas era hermano de Zeus; Arés, dios de la guerra; Helios, dios del sol, la luz, la música y las curaciones; Hermes, el mensajero; Hefestos, dios del fuego, el forjador de los metales; Hera, esposa de Zeus; Atenea, diosa de la sabiduría, hija de Zeus; Afrodita, diosa del amor y la belleza; Démeter, diosa de la agricultura; Artemisa, diosa de los bosques y la caza; Hestía, dios del hogar doméstico y el fuego sagrado.
En otro palacio alejado del de Zeus, habitaban los ministros del Destino, llamados las Moiras que eran tres: Cloto, Laquesis y Atropos. Este palacio era de bronce y en sus muros, estaba grabado el destino de los hombres y el camino de los astros. Cloto era la Moira más joven y sostenía la rueca en que se hilaban los destinos humanos, Laquesis, la segunda volteaba el huso y Atropos, cortaba el hilo de la existencia con unas tijeras de oro. Tejían con hebras de lana blanca, mezcladas con hilos dorados y negros y así hilaban la vida de los hombres: Los hilos blancos y dorados indicaban días de felicidad y los negros señalaban una vida breve y de dolor. Cuando la vida llegaba a su fin, la hebra se cortaba y alguien moría en la tierra.
Otro ministro del destino, aún más poderoso que las Moiras, es la Necesidad, diosa absoluta, a la que el mismo Zeus obedecía, esta diosa tiene un huso de diamante, una de sus puntas toca el suelo y la otra se pierde en el cielo. Los griegos la llamaron Ananké.
Un día Zeus, pensó que una esposa podría alegrar su vida en el gran palacio. Descendió a la tierra donde vivía una hermosa diosa llamada Hera, para enamorarla recurrió a su acostumbrado recurso de la metamorfosis, desató una tormenta y se convirtió en una especie de ave parecida a la tórtola refugiándose a los pies de Hera. Compadecida la diosa del pobre animal, lo recogió y lo puso en su pecho para darle calor, pero Zeus le pidió que fuera su esposa.
Se celebraron las solemnes bodas, asistiendo todos los dioses hombres y animales, Hermes sirvió de mensajero para citar a tan importante fiesta. Así la bella Hera se convirtió en la reina del Olimpo.
Zeus y Hera procrearon varios hijos, el ingenio de Zeus y el poder de este de cambiar su apariencia lograron poblar la tierra y el cielo de dioses y semi-dioses.
Los Dominios de Hades, el Inframundo
Hades, peleó a favor de su hermano Zeus, en la guerra contra su padre Cronos y los titanes. Su reino estaba en lo más profundo de la tierra.
Se le representa sentado en un trono de ébano, su cabeza cubierta con el casco que le regalaron los cíclopes, lleva una barba espesa y su rostro es severo.
Su imperio se dividia en dos grandes zonas, el Averno o Infierno y los Campos Eliseos.
El Zverno estaba dividido en tres recintos: el primero era el Erebo donde vagaban las almas errantes, aquí moraban las Furias y el Cerebro guardaba las puertas del recinto; el segundo era el Báratro en este lugar se castigaban los crimenes y el tercero era el Tártaro que era la prisión de los dioses, aquí fueron encerrados los dioses antiguos arrojados del Olimpo junto con los Cíclopes.
Los campos Eliseos era la región de las sombras bienaventuradas, reinaba la eterna primavera y la tierra es siempre fértil. Aquí se disfrutaban los placeres que más habían gustado en la vida.
La ambición, la avaricia, la envidia, y todas las malas pasiones que tenían los mortales, no podían alterar la calma y la tranquilidad de los habitantes de los Campos Elíseos.
La Luna representa el poder femenino, es la Diosa Madre, Reina del Cielo.
La rana, el sapo, la liebre y el conejo son animales relacionados con la Luna, y muchas veces se les representa como símbolo de la misma.
1.Muchas leyendas antiguas cuentan que mirando a la Luna puede fácilmente verse una rana. La rana es animal lunar, portadora de agua, lo mismo que el sapo, que también es animal lunar que pertenece al elemento húmedo que son las aguas de la Luna. Se dice que el sapo de tres patas habita en la Luna y que sus tres patas simbolizan las tres fases lunares.
2.Por su parte, la liebre es también animal lunar y atributo de todas las deidades lunares en muchas de las antiguas mitologías. Por su vinculación con la Luna representa la resurrección y el renacimiento, así como la intuición y la luz en la oscuridad. Esta representación de la liebre en la luna es casi universal; es el animal intermediario entre las deidades lunares y el hombre. En la cultura China tienen a la liebre como animal de presagios y se supone que habita en la Luna. La liebre es el principio del yin lunar.
La media luna es atributo de Isis como Reina del Cielo.
La Luna se representa generalmente con la media luna o los cuernos de la vaca.
En Brasil, dice la tradición popular que las manchas presentadas por la Luna representan a San Jorge y su lanza enfrentando al Dragón, listo para defender aquellos que buscan su ayuda.

Desde los orígenes de la humanidad han existido inquietudes por el culto y el estudio de la Luna. Existen indicios que confirman la existencia de pueblos de Polinesia, Melanesia, tribus del Amazonas o africanas que han tenido a nuestro satélite por un ser vivo que compartía con ellos sus alegrías y tristezas.
Los papúes la llamaban Bimbaio, en el cercano Oriente cobró gran importancia el culto a la Luna: así sabemos que en la ciudad de Uruk adoraban a Nik y en algunos templos se rendía culto a Bilquis-Ilumquh, el dios lunar.
Escritos antiguos nos relatan como en la ciudad de Ur, patria de Abraham, existía un ser llamado Nannar al que se le rendía culto y respeto, en Erech adoraban a Nana y en Egipto existió un dios local llamado Khonsu.
Más tarde se recurrió a Thoth considerado como el "padre" de las matemáticas y otras ciencias, si bien su brillo se apagó al ser desplazado por la fulguración de Isis, símbolo lunar y diosa del amor.
En Fenicia la diosa Astarté de claro origen sumeroarcadio, denominada Ninnin en sumerio e Ishtar en Acadio era la homónima de Isis.
La mitología grecolatina contaba entre sus filas con Selene, la cual con el tiempo pasó de moda y dejó su puesto a otra diosa de similares poderes llamada Artemisa en Grecia y Diana, en Roma.
Los muiscas adoraban a la luna, la llamaban Chia hoy este nombre lo lleva una ciudad cercana a Bogotá.
Desde los orígenes de la humanidad han existido inquietudes por el culto y el estudio de la Luna. Existen indicios que confirman la existencia de pueblos de Polinesia, Melanesia, tribus del Amazonas o africanas que han tenido a nuestro satélite por un ser vivo que compartía con ellos sus alegrías y tristezas.
Los papúes la llamaban Bimbaio, en el cercano Oriente cobró gran importancia el culto a la Luna: así sabemos que en la ciudad de Uruk adoraban a Nik y en algunos templos se rendía culto a Bilquis-Ilumquh, el dios lunar.
Escritos antiguos nos relatan como en la ciudad de Ur, patria de Abraham, existía un ser llamado Nannar al que se le rendía culto y respeto, en Erech adoraban a Nana y en Egipto existió un dios local llamado Khonsu.
Más tarde se recurrió a Thoth considerado como el "padre" de las matemáticas y otras ciencias, si bien su brillo se apagó al ser desplazado por la fulguración de Isis, símbolo lunar y diosa del amor.
En Fenicia la diosa Astarté de claro origen sumeroarcadio, denominada Ninnin en sumerio e Ishtar en Acadio era la homónima de Isis.
La mitología grecolatina contaba entre sus filas con Selene, la cual con el tiempo pasó de moda y dejó su puesto a otra diosa de similares poderes llamada Artemisa en Grecia y Diana, en Roma.
Los muiscas adoraban a la luna, la llamaban Chia hoy este nombre lo lleva una ciudad cercana a Bogotá.

La creación según Hesíodo
Es el relato más conocido, el que ha quedado como clásico, por ello primer lugar, dada su importancia. Sin embargo, otras narraciones, no por menos conocidas, son también muy atractivas.
Según Hesíodo, en un principio sólo existía el Caos. Después emergió Gea (la tierra) de ancho pecho, morada perenne y segura de los seres vivientes, surgida del Tártaro tenebroso de las profundidades, y Eros (el Amor), el más bello de los dioses. Del Caos nada podía esperarse, hasta que de la acción de Eros, principio vital, salieron Érebo (las tinieblas), cuyos dominios se extendían por debajo de Gea en una vasta zona subterránea, y Nix (la oscuridad o la noche). Érebo y Nix tuvieron amoroso consorcio y originaron al Éter y Hemera (el Día), que personificaron respectivamente la luz celeste y terrestre.
Con la luz, Gea cobró personalidad, pero como no pudo unirse al vacío Caos, comenzó a engendrar sola y así mientras dormía surgió Urano (el Cielo Estrellado), un ser de igual extensión que ella, con el fin de que la cubriese toda y fuera una morada celestial segura y eterna para los dioses. También produjo las montañas, para albergue grato de las Ninfas, que escogieron para ello frondosos bosques.
Urano -la pareja primigenia, el Cielo y la Tierra, es propia de muchas mitologías y se encuentra en lugares tan remotos como Nueva Zelanda, donde aparecen respectivamente como Rangi y Papa, y el relato sigue una línea semejante al de Hesíodo- contempló tiernamente a su madre desde las elevadas cumbres y derramó una lluvia fértil sobre sus hendiduras secretas, naciendo así las hierbas, flores y árboles con los animales y las aves, que formaron como un cortejo para cada planta. La lluvia sobrante hizo que corrieran los ríos y al llenar de agua los lugares huecos se originaron así los lagos y los mares, todos ellos deificados con el nombre de Titanes: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Iápeto, Crono; y Titánides: Temis, Rea, Tetis, Tea, Mnemósine y Febe; de ellos descendieron los demás dioses y hombres. Pero como si Urano y Gea quisieran demostrar que su poder estaba por encima de todo, crearon otros hijos de horrible aspecto: los tres Cíclopes primitivos, llamados Arges, Estéropes y Brontes, quienes tenían un solo ojo redondo en medio de la frente y representaban respectivamente el rayo, el relámpago y el trueno y eran inmortales (uno de los descendientes fue astutamente engañado por Ulises, tal como lo cuenta la Odisea), y muchos de éstos ya mortales fueron muertos por Apolo para vengar la violenta desaparición de Asclepio del mundo de los vivos (sus espíritus habitaban las cavernas del volcán Etna en Sicilia). Finalmente, engendraron a los Hecatonquires o Centimanos, tres hermanos con cincuenta cabezas y cien brazos cada uno que se llamaron Coto, Briareo y Giges.
Por su parte la Noche por sí sola había engendrado a Tánatos (la muerte), a Hipno (el sueño) y a otras divinidades como la Hespérides, celosas guardianas del atardecer cuando las tinieblas empiezan a ganar la batalla de la luz diurna, fenómeno que se repite cada día; las Moiras (Parcas), defensoras del orden cósmico, representadas como hilanderas que rigen con sus hilos los destinos de la vida; Némesis, la justicia divina, perseguidora de lo desmesurado y protectora del equilibrio